miércoles, 3 de septiembre de 2014

POR LAS RUTAS... INSIGNIFICANTE

Fría noche, viento, cielo nublado, un clima perfecto para mí. Mucha bulla en la casa, discusiones, problemas de mi abuela y mi madre, todo eso me enoja, me fastidia. Debo de salir de este hueco de gritos, faltas de respeto de la primogénita a sus progenitores. Antojo de cigarros tengo, con la poca plata que tengo me dirijo a la tienda, una cajetilla pequeña de Winston, hace años que no compraba esa marca de cigarros. La señora que atiende muy amable me atiende pero eso se va cuando siempre dice que no tiene cambio y te obliga a consumir algo más para darte el vuelto, todo sea por sacarte un poco más de dinero. Esta vez tenía exacto así que me dio la cajetilla, me despedí e inicie mi pequeño paseo por las calles del distrito que me vio crecer por dos décadas.

Enciendo el primer cigarro, camino entre gente que regresa a sus hogares luego de que las entidades laborales los hayan explotado por un miserable sueldo y con el temor de despedirlos hacen lo que el jefe quiera así sean horas extras. Otro grupo regresa de ejercitarse, carros a montón, una ambulancia que a toda marcha va al lugar del accidente, una vez más la gente estúpida atropellando, evadiendo la ley, que país de mierda es este.

Sigo mi camino hacia aquel parque que me trajo muchos recuerdos, de personas a las cuales posiblemente no vea nunca más. Mientras camino recuerdo mi actual momento, los diversos intentos los cuales fracasaron, donde las palabras: "ánimo, aún hay más opciones", "esto no se acaba, sigue adelante", "se más positivo". La última frase me hace acordar a la última llamada que hice a una ex. La chata sostuvo que estoy negativo, que el año anterior estaba más positivo. ¿Acaso alguna vez intentaste entenderme?, ¿alguna vez quisiste entrar en mi mundo para entender?, ¿donde estuviste cuando te estaba llamando?.

Llegué por fin al parque y busco aquella banca en la cual hablaba con una chica que venía a visitarme casi todos los sábados. La "Sonika", siempre íbamos a ese parque a conversar, a pasar el rato, a divertirnos en aquellos años donde la universidad era mi meta. Fue un bonito recuerdo. Mientras enciendo el segundo cigarro, recuerdo las tonterías de preguntas que le hacía por mensaje directo a "la chica blues", que con un tono bromista me respondía; aunque es cierto, hoy me sentía perdido, ella lo notó, todo en buena onda.

El mal momento por el que paso, parece que no termina, una etapa de sucesos negativos, más que ningún otro año que recuerde, mi cigarro se consume y los recuerdos siguen aflorando. La gente con la cual estudie tienen más cosas, al igual que la gente virtual con la cual me comunico. Selfies, reuniones, fiestas, mucho alcohol, sacan a relucir si actual estado de bienestar y si eso me frustra, anhelo ese estado, no estar en la miseria, los años pasan rápidamente a la misma velocidad en la que se consume mi cigarro.

Sentado en la banca, mientras pienso como plasmar este relato, aparece una pareja de esposos que se disponen a hacer ejercicios en ese minigimnasio que el torpe alcalde construyó. Ellos creen que soy un vago por estar fumando sólo y si fumo a ellos que mierda les importa.

Mientras enciendo mi cigarro las palabras de mi padre acerca de mi vienen a mi mente; él me dice que debo caminar sonriente por calle que así me verán mejor. A veces me dan ganas de decirle que eso a mi no me importa, no me gusta caminar sonriente por la calle, ese no es mi estilo a mi me gusta caminar serio, la opinión de los demás me importa un carajo.

Sentado en la banca me acordé de algunas películas en las cuales viene alguien a hablarte a saber de ti, a ayudarte como si fuera un ángel salvador. Jajajajaja eso no sucedió ni sucederá en la vida real. O acaso ¿soy un demonio al cual nadie se le acerca, sólo porque busca ser diferente de los demás y que no quiere seguir algunas reglas que mi padre quiere que siga como la sonrisa, el no tener barba y ser fashion?. Prefiero ser un demonio a que seguir esas reglas, yo sigo las mías y mis creencias, que las puedo renovar, más no cambiar, ¡ENTIENDE ESO PAPÁ

Llegó el momento de regresar a casa, estoy cerca a llegar a los 30, me pregunto: ¿tan rápido pasó el tiempo?. De niño mi tío siempre me negaba algunas que le pedía, ahora que ya soy un adulto no las tengo pero él siempre me las negaba, así como negó prestarme la computadora para hacer un trabajo para la universidad, era la última nota del año pero a él le importo un carajo. Los años pasan y siento que mi momento no llega, no hay bonanza, hay pérdidas, tenía un celular moderno y no duro nada, un mugroso choro me lo quito, había hecho un esfuerzo para pagar y ese malnacido en unos segundos me lo arrebato. Recuerdo que mi otro tío, "burlador", una vez sacó su billetera y mostró el dinero que tenía él me dijo: "Así estará la tuya, ya llegará tu momento".

Llego a casa, de nuevo la misma situación, entro a mi dormitorio, abro el blog y comienzo a relatar lo que hice en esa hora en que estuve afuera.





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